EL PARQUE CENTENARIO,
PLASMA NUESTRA HISTORIA,
ENRIQUECE NUESTRO PRESENTE
Y ES UN VALIOSO LEGADO PARA EL FUTURO.
Con el objetivo de evitar que el tiempo borre el recuerdo de hombres y acontecimientos del ayer, y mantenga presente las heroicas gestas de la patria, se han escrito libros, creado pinturas, estatuas y monumentos; y se han construido parques, plazas y plazoletas.
De ahi el origen de plazas como la del Centenario, que alberga la columna con que Guayaquil y la patria rinden homenaje a los hombres que escribieron la historia del 9 de Octubre de 1820.
Lleno de exquisita historia por conocer y un valor incalculable, se encuentra localizado en el corazón de la ciudad y es también uno de los más grandes de la ciudad. Existen muchos monumentos de bronce que representan heroísmo, justicia, patriotismo y libertad.
PARQUE CENTENARIO... Conozcamos el verdadero valor de cada de los detalles de este ícono de Guayaquil y Ecuador.
El Parque del Centenario sigue la línea tradicional del trazado de los Bosques Sagrados de la Grecia Clásica , que contemplan espacios dedicados a los 4 elementos: Fuego, Tierra, Agua y Aire.
Al Fuego era dedicado el altar central y una zona ceremonial: Era el área de los homenajes y de las ofrendas, y tenía como propósito atraer la energía necesaria para la vida y el impulso vital para emprender toda obra. Es aquí -en el centro del parque- donde se levanta la Columna.
El tercer espacio está dedicado a la Tierra y a las zonas verdes. Son las áreas de reflexión y observación, en las que la consolidación de las ideas se refleja en la analogía de lo firme del suelo.
Finalmente, el especio dedicado al Aire está conformado por los llamados claros de los bosques, que estaban diseñados de tal manera que las copas de los árboles permitieran el paso de los rayos del sol. Los espacios circundantes a la Fuente están dedicados al este elemento, el Aire, para sugerir en quien recorre el parque la necesidad de desarrollar la imaginación, y utilizar los elementos creativos que hay en el interior de todo ser humano.
Las puertas siempre se ubicaron siguiendo el camino del sol, esto es, de oriente a occidente, y en el caso del Parque del Centenario, las principales son las del eje de la avenida Nueve de Octubre. Las secundarias se orientan en dirección norte-sur y corresponden a la calle Seis de Marzo. Hacia el lado oriental del parque se aprecian dos briosos caballos y sus aurigas desnudos, creados por el escultor catalán Juan Rovira, que enmarcan el pórtico principal hacia la calle Lorenzo deGaraycoa. El Dominio -a la derecha de la entrada- simboliza el espíritu humano vigilando las pasiones que vienen del exterior, y que se impregnan en el alma, o conjunto emotivo, representado por el caballo; La Fuerza -al otro lado del acceso- simboliza la vigilancia que el espíritu humano debe ejercer sobre las pasiones y pensamientos que salen de su interior. Este pórtico prepara espiritualmente al visitante para su ingreso al parque.Sobre la calle Víctor Manuel Rendón, hacia el norte, se encuentra la estatua de una cosechadora que, bajo la forma de de Artemisa o Deméter, recoge con una hoz los frutos y la riqueza agrícola de la tierra; como contraparte, la figura de Hermes recuerda el comercio y el intercambio entre los pueblos, así como el cultivo de los frutos intelectuales, representado por las alas en la cabeza, simbolizando el vuelo del pensamiento a través de la imaginación. Mercurio o Hermes fue el dios que enseñó la Medicina y el Comercio a los hombres, portando, por ello, en sus manos, un caduceo.
En el pórtico occidental -hacia la calle Pedro Moncayo- se observa la figura de Poseidón dominando una serpiente que se enlaza en su brazo levantado, símbolo del dominio de las pasiones una vez alcanzada la madurez, que permitirán fructificar la vida, simbolizada en la estatua contigua, que presenta a una mujer, como símbolo de fertilidad de una naturaleza siempre virgen, con los atributos de un doble alimento:
Por un lado, los frutos materiales de la tierra que salen del cuerno de la abundancia y sustentan la economía del país; y, por otro lado, los manantiales intelectuales que nutren espiritualmente a una nación, simbolizados por el cántaro que derrama sus aguas. Estas dos esculturas son obras de Giuseppe Benduce. En el pórtico sur, que da a la calle Vélez, se encuentran -a la izquierda y a la derecha- las ninfas de Las Artes y de Los Oficios respectivamente. La primera simbolizada por una mujer desnuda, con los atributos de la música, representada por la lira; la Escuadra , simbolizando la arquitectura, y el martillo y el cincel, como símbolos de la escultura, que permite tallar, con la fuerza de la voluntad y la agudeza de la inteligencia, el destino del hombre.
Los Oficios están representados por una mujer semidesnuda, con los atributos de la rueda de la industria y el ovillo de las hilanderas, expresando así la necesidad de poner las artes aplicadas al servicio de la humanidad.
Los faroles -traídos de España- están trabajados en hierro forjado. Sobre un pedestal de diseño clásico, presentan dos luminarias mirando hacia abajo, coronadas en su soporte por un águila con las alas desplegadas, en actitud de querer iniciar su vuelo. Estos simbolizan la luz material y la luz intelectual, que determinan el equilibrio de la vida.
Hacia la esquina que da a las calles Pedro Moncayo y Vélez se encuentra “Las Fuente de los Leones”, implementada con varios dispositivos que hacen que de ella y cada uno de sus diferentes niveles surjan varios chorros de agua. La base de la fuente tiene forma octogonal y está construida de cemento, pero del centro de ella, en forma de cruz surge un pedestal de hierro adornado con motivos florales, y sobre su eje noreste posan dos leones majestuosamente sentados, que son los que le dan su nombre, en el fuste de la fuente se pueden observar relieves con cuatro medallones -uno hacia cada lado- con figuras femeninas.
A una altura aproximada de cinco metros se encuentra el primer recipiente elevado, de forma circular y fabricado en hierro, sobre el que caen las aguas que rebosan del recipiente superior, de menor circunferencia.
Finalmente y coronando la fuente se encuentra una figura femenina que luce en su cabeza una diadema o corona de hojas de laurel y a cuyos pies pueden observarse espigas de trigo.
Hecho por:
Jeniffer Zambrano Moreno